Abril

(English version down)

La lluvia era la única cosa que podía ver con otros sentidos. La oía repiquetear contra las banquetas y los cristales. La olía mojando el pasto y la basura de las calles. Sentía las gotas frías correr por mi cuello. Degustaba los colores dulces y salados de la lluvia con viento.
Era la única cosa que me mantenía lejos de la navajita que mi mamá tenía.


La niña que había crecido conmigo se llamaba Abril. Era idéntica a mí en todos los aspectos excepto la ropa que usábamos. No hablaba mucho. Yo tampoco. Mamá decía que Abril no hablaba porque había nacido estúpida. Yo no hablaba porque me estaba volviendo estúpida.

Iba a la escuela todos los días y me quedaba allí hasta tarde. Regresaba a mi casa a eso de las seis. Abril también iba a la escuela pero ella salía más temprano. Cuando yo llegaba a la casa llegaba cansada y Abril siempre quería que jugáramos. Muchas veces le tuve que decir que no porque tenía tarea. Tuve que contener mi tristeza al ver su expresión derrotada y sus ojos llorosos.

Abril y yo cumplimos catorce años. Ella había recibido tres muñecas nuevas. Mi mamá me llevó a comprar un par de prendas de ropa. Dijo que ya era toda una señorita. Abril al parecer no.
Dos meses después Abril se contagió de una gripe muy fea. Era una epidemia que nos mantuvo con cubre bocas por casi un mes. La llamaban influenza.

Suspendieron las clases. Mamá nos advertía que no saliéramos. En esa semana mi hermana y yo nos divertíamos viendo la lluvia. Ella abría la ventana y sacaba las manos para mojarse. Una risa tonta y alocada brotaba de su boca cada vez que agitaba los brazos. Mamá pegó un grito. Cerró la ventana y le dio un zape a Abril.  Le dijo que no podía jugar con la lluvia porque empeoraría. El rostro de Abril se enrojeció, ella gimió y se conformó con mirar por la ventana.

Regresé a clases. Abril siguió en la casa. Tosía y le costaba trabajo levantarse.
Llegó mayo.
Caía una tormenta. Mamá llevó a Abril al hospital porque estaba muy enferma. Yo no sabía. En la escuela teníamos clase de química. Estábamos en laboratorio. El profesor nos recordaba que tuviéramos cuidado con las mezclas. Cayó un rayo sobre el árbol que estaba en el patio. Gritamos. Mi compañera de mesa de laboratorio se espantó y soltó el vaso de precipitados. Lo intenté agarrar. Estaba caliente y mis manos lo aventaron. El líquido se salió del vaso y me salpicó. Tenía la bata mojada. La cara me ardía. Grité.

Sólo sentía un gran ardor en los ojos y en las mejillas. El profesor me llevó a la enfermería. Cerré los ojos porque me dolía ver. La enfermera y el profe discutieron. Llegaron más maestros y alumnos. Yo estaba acostada en la cama dictándole el número de mi mamá a alguien. Se lo dije cinco veces.

Lloraba en silencio. Habían puesto un trapo mojado sobre mi frente. Cada vez que me llevaba las manos a la cara me decían que no me tocara. Llegaron dos personas y me cargaron. Sentí que corrían. Me acostaron en otra cama más ligera. Se cerraron unas puertas y me sentí en movimiento. Muy cerca de mí sonó la sirena de una ambulancia. Escuchaba voces que no identificaba y que me preguntaban mi nombre y el de mi mamá.
Pasé por tres camas distintas antes de caer inconsciente. Lo último que vi fue una cortina de papel azul y el techo blanco. Sentí una punzada en el brazo. Me dormí.


Me desperté por unas voces que me rodeaban. Mi mamá estaba allí. Abrí los ojos pero no vi nada. Parpadeé muchas veces. Me dolía el abrir y cerrar los ojos. Llevé mis manos a la cara y una mano grande me detuvo.
-No lo hagas. Vas a estar bien.
Tenía una venda encima. Mamá me acariciaba la cabeza. Lloraba.


Unas semanas después me quitaron la venda. Yo seguía viendo negro. Miraba en todas direcciones pero no veía nada. Mis manos se aferraron a una cortina de papel e imaginé que era azul. El doctor había dicho que me había caído ácido en los ojos. Mi mamá lo dijo: Estás ciega.

Sólo pregunté una vez por Abril. Mamá lloraba. Me llevaban en silla de ruedas. Dimos vuelta a la izquierda. Otra vez izquierda. Subimos un elevador. Derecha. Escuché la voz de mi hermana diciendo mi nombre. No sabía en dónde estaba. Seguía tosiendo. Logré agarrarme del borde de la cama y encontrar mi camino al brazo de Abril. Me preguntó por qué no la veía a los ojos. Señaló que mis ojos se veían más claros que de costumbre. Dijo que le gustaba ese color y se rió. “No seas estúpida.” Le dijo mi mamá.

Por las mañanas me hacían estudios y me enseñaban tarjetas que no podía ver. Comíamos. Por las tardes acompañaba a Abril. Pasamos una semana viviendo en el hospital. Mi mamá dijo que yo no volvería a la escuela. No me serviría de mucho si no veía. Además, había levantado una demanda contra ellos. Nos dijeron muchas veces que lo lamentaban. Mamá quería que nos pagaran con dinero, no con disculpas. No nos dieron mucho.


Todas las tardes me sentaba en una silla a lado de Abril y ella me tomaba la mano. Un día su mano se sintió más ligera de lo normal. La llamé y no contestó. Escuché un gran alboroto a mi alrededor. Unas manos me tomaron de los brazos y me llevaron fuera de la habitación. Del cuarto silencioso al barullo de la multitud en el pasillo. Me sentaron en un sillón. Volví a escuchar que mamá lloraba.
Abril murió por la influenza.

El día que la fuimos a enterrar mamá me vistió y me dio algo que tenía la forma de un bastón. No sabía cuánto medía y me golpeé en la frente con él. Me dijo que a partir de ahora lo tendría que llevar a todos lados. Lo sujetaba con fuerza y lo movía de un lado a otro. Sentía cómo chocaba contra las patas de las sillas o contra una mochila. Me ayudaba a medir mi espacio y a no golpearme con todos los objetos.


En el funeral no escuché nada. Me quedé sentada en un sillón y sólo oía gemidos. Una que otra mano llegaba a mis hombros y luego se iba. Nadie me decía nada. Mi abuela susurró que no sabía qué le dolía más, si Abril o yo. Alguien comentó que las dos habíamos nacido al mismo tiempo y que habíamos muerto al mismo tiempo también.


Pasaron los meses. Cumplí dieciséis. Yo me quedaba en la casa escuchando la radio. Mi mamá no me había vuelto a meter a la escuela. Dijo que el colegio para invidentes era muy caro. Mamá trabajaba más tiempo. Yo me aburría.

Un día salí de la casa. No sentía el sol en mi piel. Mi bastón percibía la banqueta maltrecha, cajas y árboles. Nunca tropezó con un par de piernas. La gente se apartaba. Mi sexto sentido me indicaba que la gente me veía. Me sentía incómoda. Tuve que usar lentes. Llegué al metro porque conocía el camino de memoria. Una señora me ayudó a subir las escaleras y a entrar al vagón. Encontré un asiento vacío y me senté. La señora me preguntó si yo no vendía nada. Se sorprendió cuando le dije que no. Confesó que era la primera vez que veía a un ciego en el metro que no vendía nada. Le di la razón.

Subía y bajaba del metro sólo por práctica. No iba a ningún lado en específico. Me gustaba estar entre la gente. Una persona se me acercó. Un ciego acompañado de su hermano que sí veía. Me dieron una tarjeta con los datos del sindicato. Dijeron que podía trabajar vendiendo en el metro también. Yo no quería.


Mi mamá se enteró de mis escapadas al metro. Después de regañarme una hora y golpearme con el bastón se calmó. Comentó que le habían reducido el sueldo y que no tenía para pagar mi operación. Leyó en voz alta lo que decía la tarjeta del sindicato.
Silencio.
-Pues a chingarle –dijo.

No tardé en volver al metro. Lo difícil fue elegir qué haría. Mamá no quería que vendiera discos porque podían robarme la mochila. Vender pelotas o libros no era negocio. Y sólo una inútil pediría dinero nada más porque sí. Si iba a gastar mi tiempo en el metro tenía que gastarlo bien. Me decidí por cantar.
Buenos días, damas y caballeros usuarios. Perdonen si los vengo a molestar…
Contar la historia de mi vida. Anhelar que pudiera volver a ver. Cantar una o dos canciones. Agradecer si alguien me daba una moneda. Bendecirlos y desearles un buen día. Cambiarme de vagón. Repetirlo hasta que se acabaran las estaciones.
Al día ganaba en promedio doscientos pesos. Todas las noches mi mamá iba por mí y contaba el dinero. Una cuarta parte la guardábamos para mi operación o bien para emergencias. El resto se gastaba durante la semana.


Estábamos en el mes de abril. Cada día me acordaba de mi hermana. Llovió varias veces. Me gustaba sentir la lluvia. Me hacía sentir presente. Me mantenía aferrada a lo poco que quedaba de mi vida.
La extrañaba muchísimo.


Un año pasó.
Nos aproximábamos a la última estación. Después de cantar Cruz de navajas agradecí la atención y caminé. Una mano me detuvo. El dueño de la mano dijo mi nombre. Era mi profesor de química. Me preguntó cómo había estado. Le conté mi vida. Escuché que su voz se quebraba. Sorbía la nariz. No quería llorar. Pasó su mano por mi cabeza varias veces.
Me acompañó con mi madre.
Prometió que me ayudaría.
Le dije adiós.


El día de mi cumpleaños recibí un cheque por noventa mil pesos. Era dinero donado por la escuela, alumnos y profesores. Le añadimos lo que teníamos guardado y una ayuda de la familia. Pudimos pagar la operación. Me internaron en el quirófano. Pasé por tres camas distintas antes de caer inconsciente. Sentí una punzada en el brazo. Me dormí.

Me desperté por unas voces que me rodeaban. Abrí los ojos.
Lo primero que vi fue una cortina de papel azul y el techo blanco.


--- ENGLISH ---

The rain was the only thing I could see with my other senses. I could hear it pealing against the concrete and windows. I could smell it wetting the grass and the trash on the streets. I could feel the cold raindrops running down my neck. I could taste the sweet and salty colors of the rain and wind.
The rain was the only thing that kept me away from the little pocket knife my mom had in her drawer.


The girl who had grown up with me was called April. She was identical to me in every way except for the clothes we used. She didn't talk much. Me neither. Mom said April didn't talk because she had been born stupid. I didn't talk because I was becoming stupid.

I went to school everyday and stayed there until noon. I came back to my house around six. April attended school as well but she came home earlier. When I arrived to my house I arrived tired and April always wanted us to play together. I had to tell her no several times because I had homework. I had to hide my pain when I saw her let-down expression and tearful eyes.

April and I turned fourteen years old. She had received three new dolls. My mom took me to buy some clothes. She said I was now a little lady. Apparently April wasn't.
Two months later April caught a nasty cold. It was an epidemy that had us with masks over our mouth and nose for a month. They called it Influenza.

Classes were suspended. Mom warned us not to go out. In that week my sister and I would spend the hours watching the rain. She would open the window and took her hands out so she could catch the water. A silly and loud laugh bursted out of her lips everytime she waved her arms. My mom yelled at us. She shut the window and smacked April. Mom told her she couldn't play with the rain because that would only make her cold worse. April's face reddened, she wailed and then simply stared at the window.

I went back to school. April stayed at home. She coughed and getting up was hard for her.
May arrived.
A storm was falling. Mom took April to the hospital because she was pretty sick. I didn't know. At school we were having Chemistry class. We were in the laboratory. The teacher reminded us to be careful with the mixes. A lightning struck a tree that was in the yard. We screamed. My classmate got scared and she let go the beaker. I tried to catch it. It was really hot and my hands threw it. The liquid spilled out on me. My labcoat was damp. My face was burning. I screamed.

I only felt a great burning in my eyes and cheeks. The teacher took me to the infirmary. I closed my eyes because it hurted to see. The nurse and the professor argued. More teachers and students came. I was lying down on a bed dictating my mom's number to somebody. I said it five times.

I weeped in silence. They had put a wet cloth  on my forehead. Each time I lifted my hands to my face they would tell me not to touch myself. Two persons arrived and carried me away. I felt they were running. They put me down on a lighter bed. Doors were closed and I felt the movement of a car. Near me a siren was wailing.
I heard voices I couldn't identify that asked me my name and my mom's. I went through three different beds until I fell unconscious. The last thing I saw was a blue paper curtain and the white ceiling. I felt a twinge on my arm. I fell asleep.

I woke up to voices surrounding me. My mom was there. I opened my eyes but I didn't see anything. I blinked many times. It hurted to open and close my eyes. I lifted my hand to my face and a bigger hand stopped me.
"Don't do it. You're gonna be fine."
I had a bandage over my eyes. My mom petted my head. She was crying.


One week later they took off my bandage. I was still seeing black. I looked in every direction but I couldn't see anything. My hands grasped a paper curtain and I imagined it was blue. The doctor said that acid had fell onto my eyes.
My mom said it: You're blind.

I only asked once for April. My mom was crying. She took me in a wheelchair. We turned to the left. Left again. We climbed on an elevator. Right. I heard my sister's voice, calling my name. I didn't know where she was. She kept coughing. I managed to grab the bed's handlebar and find my way to April's arm. She asked me why I didn't look into her eyes. She pointed out my eyes had a lighter hue to them, a clear color. She said she liked them and laughed.
"Don't be stupid" my Mom told her.

At mornings the doctors checked up on me, made me studies and showed me flashcards I couldn't see. We ate. In the afternoons I made April company. Mom said I wouldn't go back to school. It wouldn't be really helpful if I couldn't see. Besides she had sue them. They told us many times they were deeply sorry. Mom wanted them to pay us with money, not with apologies. They didn't give us much.

Every afternoon I sat down on a chair next to April and she held my hand. One day her hand felt lighter than normal. I called her but she didn't answer. I heard a great commotion around me. A pair of hands took me by the arms and dragged me out of the room. From the quiet room to the noisy crowded hall. I was seated on a couch. I heard my mom crying again.
April died because of the influenza.

The day we buried her my mom dressed me and gave me something that had the shape of a cane. I didn't know how long it was and I hit my forehead with it. She told me that from now on I would have to take that cane everywhere with me. I grabbed it tightly and moved it swiftly across the ground. I felt how it hit agains the chairs or a backpack. It helped me measure my space and not hit me with everything.

At the funeral I heard nothing. I remained sit on a couch and I could only hear moans and weeps. Sometimes a hand would reach me and then it would leave. No one told me nothing. My granma murmured she didn't know what caused her more pain, if April or me. Someone commented that we both had been born at the same time and had died at the same time too.


Months went by. I turned sixteen. I stayed at home, listening to the radio. My mom didn't get me again into school. She said school for blind people was too expensive. Mom worked more hours. I got bored.

One day I went out. I couldn't feel the sun on my skin. My cane sensed the battered sidewalk, boxes and trees. It never stumbled upon a pair of legs. People moved out of the way. My sixth sense indicated me that people were staring at me. I felt uncomfortable. I had to wear sunglasses. I got to the subway because I knew the way by heart. A woman helped me to climb up the stairs and enter the wagon. I found an empty seat and took it. The woman asked me if I didn't sell anything (*). She was surprised when I answered I didn't. She admitted it was the first time she saw a blind person in the subway who didn't sell anything. I agreed.

I went in and out of the subway because of habits. I wasn't going anywhere actually. I liked to be among other people. One person approached me. He was a blind man and his brother who could see. They gave me a card with the syndicate information. They said I could work selling something at the subway, too. I didn't want to.

My mom hear about my wanderings to the subway. After a little quarrel that lasted an hour and hit me with my cane she calmed down. She said her salary had been shortened and that she didn't have  enough money to pay my surgery. She read aloud the card's words.
Silence.
"You better start working and quickly" she said.


It didn't took me long to go back to the subway. The hardest part was choosing what I was going to do. My mom didn't want me to sell music because she said they could steal from me. Selling toys or books wasn't a good business. And only a complete useless would beg for money. If I was going to spend my time on the subway I had to spend it well. I decided to sing.
Good morning, ladies and gentlemen. Excuse me if I bother you...
Tell the story of my life. Yearn I could see again. Sing one or two songs. Thank anybody who'd gave me a coin. Bless them and wish them a good day. Switch wagon. Repeat until no stations were left.
I earned approximately twenty dollars a day. Every night my mom picked me up and counted the money. One fourth was saved up for my surgery. The rest was spent during the week.


We were at the middle of April. Every dat I remembered my sister. It rained several times. I liked to feel the rain. It made me feel present. It kept me grasped to the little life I had left.

I missed her very much.


A year passed.
We were approaching the last station. After singing Cruz de navajas I thanked their attention and kept walking. A hand stopped me. The hand's owner said my name. He was my Chemistry teacher. He asked me how I was doing. I told him the story of my life. I heard his voice failing. He sniffed. He didn't want to cry. He petted my head a couple of times.
He walked me to my mother.
He promised to help me.
I said him good-bye.


On my birthday I got a check for nine thousand dollars. It was money donated by the school, students and teachers. We added to it our savings and some money burrowed from family. We were able to pay the operation.
I was interned in surgery. I went through three different beds before I fell unconscious. I felt a twinge on my arm. I fell asleep.

I woke up to voices surrounding me. I opened my eyes.
The first thing I saw was a blue paper curtain and the white ceiling.